jueves, 26 de mayo de 2011

cultura caribe

 el costeño es una persona de idiosincracia y cultura mucho más cercana al cubano, al puertorriqueño, al venezolano (de las regiones costeras), al dominicano o al panameño que a sus propios compatriotas del interior del país.

El costeño exhibe en general una idiosincrasia con rasgos bastante comunes a lo largo de todo el litoral, aunque existen ligeras diferencias regionales. Las ciudades más representativas de los costeños son Barranquilla, Cartagena, Santa Marta, Valledupar, Sincelejo y Montería, aunque hay muchas más comunidades desde el Chocó, Turbo, en Antioquia, hasta Riohacha, Maicao y Uribia en La Guajira.

personajes

cansiones


a cumbia es un ritmo musical y baile folclórico autóctono de la Costa Caribe de Colombia con variantes igualmente de carácter folclórico y tradicional en Panamá.1 Surge del sincretismo musical y cultural de indígenas, negros y, en menor escala, de los europeos en la región del delta del río Magdalena en la Costa Caribe Colombiana, con epicentro en la región de la población de El BancoMagdalena, hasta Barranquilla2 3 4
Es un ritmo popular en distintos países latinoamericanos, donde ha seguido distintas adaptaciones como la cumbia venezolana, cumbia uruguaya, cumbia salvadoreñacumbia chilenacumbia ecuatorianacumbia mexicanacumbia peruanacumbia argentina, entre algunas otras. En 2006, la cumbia fue nominada a símbolo cultural de Colombia en el concurso organizado por la revista Semana.5 Asimismo, es un reconocido símbolo del folklore nacional panameño.6

DICHO Y REFRANES COSTEÑOS

DICHOS Y REFRANES COSTEÑOS


Refranes y significado:

Al  que le van a dá, le guardan: Lo que está para uno, llega y no hay que afanarse tanto por conseguir las cosas.
Da   lo mismo Chana que Sebastiana: Si dos cosas son iguales no hay para qué escoger tanto. (Por analogía entre el nombre de Sebastiana y su hipocorístico Ghana).
Al trote vamos y no avanzamos: De nada valen los afanes para apurar las cosas si todo se dará a su tiempo según la voluntad de Dios. Que no resulta todo más pronto sólo porque se tenga afán.
A mi no me asustan zorras porque ni gallinas tengo: Ese asunto (negocio, problema, lío) no me preocupa porque no tiene nada que ver conmigo. Yo no tengo nada que perder ahí y por eso no me inmuto.
A ningún roto le falta su deseoso: Por muy mal que vayan las cosas, siempre pueden ser peores y, por lo tanto, hay que tener paciencia.
Buey cansao, asienta el paso: Los años y la experiencia, vuelven a las personas más reflexivas y ponderadas. Cuando alguien sufre un percance que lo estremece, se morigera y estabiliza.
Caballo que está ensillao, nunca le falta jinete (no le falta quien lo monte): Cuando las cosas son fáciles y están a la mano, sobra quien desee o intente adquirirlas o realizarlas. Lo difícil es de otro modo.
Cada maco con su mazorca y cada burro con su angarilla:
A cada quien lo que le corresponde; que cada uno se
esté en el sitio que debe estar, y cumpla con sus deberes. Cada oveja con su pareja: Cada persona busca (o debe buscar) a otra con la que se identifique, se complemente o tenga afinidad.
Cada quien ensarta pa’ su bejuco y guisa en su propia olla:
Cada uno trabaja (o debe trabajar) para procurar su
bienestar sin estar pendiente de los demás. La primera parte del refrán se refiere a la costumbre de la gente que salía a pesquería, de ir metiendo (ensartando) dentro de un bejuco los pescados que conseguía. Luego, así reunidos era más fácil llevarlos hasta la casa donde después de relajarlos y aliñarlos, iban a convertirse en guiso.
Cuando se dice ¡fuera!, es con todos los perros: Las determinaciones tajantes, cuando se toman, involucran variadas contingencias que hay que correr.
Cuando uno está pa’ bollo del cielo le caen las hojas: Cuando a alguien le va a ocurrir algo malo, no hay prevención que valga ni nadie podrá impedirlo. (Se refiere a la preparación de los bollos de maíz que son envueltos en hojas de mazorca).
Cuando uno va de c... no hay barranco que lo ataje: Tiene similitudes con el anterior pero es más indicativo de la mala suerte que acompaña (o llega) a ciertas personas en forma tal que nada les sale bien ni ocurre en su favor.
Da   lo mismo atrás que en la espalda: Que una cosa que es igual a otra sirven para lo mismo. Equivale a: “lo que es igual no es ventaja”.
Da lo mismo Chana que Sebastiana si las dos hacen su gana:
Que lo mismo da una cosa (actitud, situación) que otra si los resultados van a ser lo mismo.





Dichos:

1.       Ya vienes tú con tu huesera
2.      Yo he visto más de un muerto cargando basura
3.      Yo juego ahí de menticol con pasta
4.      Yo lo veo y lo conozco, pero me mandas a buscarlo y no te lo traigo
5.      Yo nací de noche pero no anoche
6.      Yo no se de hilo...por que la que cose es Juana
7.      Yo preguntando y tu sabiendo
8.     Yo se que el burro es bayo cuando tengo el pelo en la mano
9.      Yo soy casado pero no capao
10.  Y vuelve la puerca al charco
11.   Zafa jirafa
12.  ve lo que joza armadillo que estas en tierra e`cascajo
13.  El mico sabe en que palo trepa
14.  Aprieta grapa vieja que vas pa´guayacan
15.   Deja de pone cara e`ternero huerfano
16.  Nojoda Habla mas que lora moja
17.   Tiene la cara como silvido e`culebra
18.  El que ensilla su burro sabe pa´donde va
19.  Vuelve y juega pendejo
20. Ve a ver si la puerca puso


CARPENTIER: CREATIVIDAD ALEGRÍA Y NOSTALGIA

SEGÚN ESE AUTOR  EL CARIBEÑO COLOMBIANO SE CARACTERIZA POR TRES CUALIDADES

pese a la adversidad los costeños no nas ingeniamos para seguir adelante, y por esto es una falacia la contra imagen del interior que somos flojos, un ejemplo evidente es el mototaxismo, debido al desempleo la creatividad surgio como una fuente de trabajo o el carnaval en fin somo por excelencia creativos, quizas la cualidad mas preponderante en la construccion de nuestra identidad, somos abiertos, sociables, descomplicados, frescos, con gran facilidad podemos hacer amigos con desconocidos en un parpadeo, hablamos con los vecinos, somos fiesteros, nada de aburridos la nostalgia esta cualidad me hace recordar aquel dicho "por que recordar es vivir" pensar en auellos recuerdos del pasado, aquellos momentos felices nos traen un momento de alegria, y obviamente como explique anteriormentesomos alegres por naturaleza. 

REZAGO DE LA REGIÓN CARIBE

La Costa Caribe es la región más pobre de Colombia. Diversos indicadores económicos y sociales –el ingreso per. Cápita, los índices de necesidades básicas insatisfechas, la calidad de la educación que se imparte, la cobertura de los servicios de salud- muestran que la población costeña ha vivido una creciente marginalidad con respecto al resto del país.

Las causas del atraso de la Costa Caribe son muchas y debe ser una prioridad nacional lograr que la región supere su estancamiento relativo.



una de estas fue el traslado  portuario de barranquilla-cartagena-santamarta a buenaventura  en el cual se perdio la hegemonía  comercial que sustento la región en el periodo colonial 

QUE ES SER CARIBE

Lo que más me gusta de ser Caribe, es que no tuve que aprenderlo. Si hubiese tenido que estudiar para poder ver la noche más bella a través de los ojos de una mujer, o resucitar por las mañanas al amparo de sus muslos, les aseguro que estaría repitiendo unos cuantos cursos. No concibo cómo podría haber aprendido a caminar sin antes haber bailado, o a respetar a mis padres sin el protocolario saludo de la bendición(1), o a mezclar en mi lóbulo frontal la creencia en Dios, la virgen - y todos los santos - sin que estorbasen las ánimas del purgatorio, los aparecidos de carretera y los santeros de las montañas. Y mejor aún, sin que me importe que cada quien tenga sus dioses, según le cumplan.

Ser Caribe me permite abrazar a mis amigos y decirles que los quiero, sin necesidad de estar ebrio. Así como forjar verdaderas amistades más allá de la infancia o la adolescencia; es decir, hacer amigos ya en la adultez. Me permite gritar arrullos y acariciar con la sonrisa, sin que medie más compromiso que hacerlo cuando me plazca. Es una forma de ser que me licencia para llamar a un desconocido ¡compadre! por la calle y pedirlo todo, por favor.

El Caribe es un refugio compensatorio de todas las carencias que acarrean las razas que nos dieron origen. A veces pienso que las dejaron allí para que no se perdieran y poder irlas a visitar por vacaciones.

En el caribe aún creemos en los misterios y asumimos las historias repetidas como un cuento nuevo, al que se le debe el respeto de dejarnos sorprender. Esta mala costumbre nos lleva por ejemplo, a elegir siempre a los mismos ladrones como gobernantes y a ser adictos a las telenovelas.

El Caribe es una nación sin estado, sólo que no nos importa. Llena de mitos como la dejadez, la indiferencia ante la ignominia y la procrastinación; todos ellos injustos: Sólo baste recordar que madrugar en el caribe se le llama a estar en pie antes de las cinco de la mañana, y que tanto las amas de casa, el obrero, los estudiantes y los niños lo hacen. La diferencia es que allí nos quejamos como catarsis y no como forma de vida.

Este privilegio aleatorio de haber nacido auspiciado por la idiosincrasia espumosa de un mar noble, es a lo único que puedo asirme cuando la adversidad se pone antojosa. Y también el que me dice cómo debo comportarme cuando se me pide que sea yo mismo.

La gran desgracia del caribeño promedio, es que no sabe que lo es. No saberlo le impide conservar, proteger y mejorar aquello que lo define.

NARRADORES COSTEÑOS

JOSE FELIX FUENMAYOR

José Felix Fuenmayor (Barranquilla-Colombia; 1885-1966). Fue uno de los miembros fundadores, junto con el catalán Ramón Vinyes, del llamado "Grupo de Barranquilla". Que a partir de 1940 reunía en el pintoresco bar La Cueva a la nueva generación de jóvenes escritores barranquilleros: Alvaro Cepeda Samudio, Gabriel García Márquez, el pintor Alejandro Obregón, el artista Orlando Rivera, apodado "Figurita", el industrial Julio Mario Santodomingo y el crítico Germán Vargas, entre otros. En realidad, todo el mundo cabía en La Cueva, a partir de las 6 p.m. para tomar ron, whisky y cerveza. Y dialogar sobre libros.
José Félix Fuenmayor, con un vaso de whisky en la mano, hablaba acerca de la maestría en el tratamiento de los temas, enseñaba a no caer en lo folclórico y en descubrir, para la narración, lo esencial, así lo esencial asuma la forma de un simple detalle.
Fue un poeta precoz, publicando a los 25 años un libro de versos, Musa del trópico, que incluía traducciones del francés y del italiano. Fundó el periódico El Liberal que dirigió por varios años. Animó las revistas Mundial y La Semana Ilustrada. En 1928 publicó la novela Cosme, elogiada por los escritores colombianos más célebres del momento. Ese mismo año dio a luz su cuento fantástico Una triste aventura de catorce sabios.
En 1967 aparece su libro de cuentos, La muerte en la calle, en las ediciones Papel Sobrante de Medellín. Esta obra también fue editada por el Insituto Colombiano de Cultura, la Editorial Sudamericana de Buenos Aires y por la Casa de las Américas, de la Habana, Cuba. Son estos cuentos, precisamente, los que influyeron desde el punto de vista narrativo sobre la formación de los autores del grupo.
Gabriel García Márquez compara la técnica de escribir cuentos de Fuenmayor con la de Rulfo: "Ambos tienen en común la manera única de contar cualquier cosa, hablada o escrita, con una naturalidad que no tenía nada que ver con el naturalismo, y que por lo mismo tenía algo de sobrenatural".

ALVARO CEPEDA SAMUDIO.
Escritor y periodista costeño (Ciénaga, Magdalena, marzo 30 de 1926 - Nueva York, octubre 12 de 1972). Cuentista y novelista, Alvaro Cepeda Samudio hizo los estudios secundarios en el Colegio Americano de Barranquilla, y en 1949 viajó a Estados Unidos a estudiar periodismo en la Universidad de Columbia, en Nueva York. En 1951 regresó a Barranquilla, y trabajó como corresponsal de The Sporting News. En 1955 se casó con Teresita Manotas. Como periodista y gran apasionado de los deportes, cubrió eventos deportivos para el periódico El Nacional; en 1951 tuvo una columna en la página editorial de El Heraldo, titulada "La brújula de la cultura"; y fue director del Diario del Caribe. Participó, como guionista y actor, en el cortometraje La langosta azul, al igual que en otras películas cortas y en un noticiero de cine, y organizó el Cine Club de Barranquilla.
Hablar de Cepeda periodista equivale a hablar de él como intelectual y artista. Quería estar al tanto de todo y lo quería dar a conocer todo. Precozmente había visto la necesidad de buscar, acoger y aclimatar valores nuevos y universales, tanto en las formas como en los temas, y de ello da fe su narrativa de ficción de esa primera época. Para Cepeda, en materia de arte y cultura, lo primordial era que circulara la información libremente. En la producción de la primera etapa periodística de Cepeda, se advierte cómo va definiendo los rasgos de lo que sería su periodismo. Sus dos primeros textos conocidos son: "Una calle", descripción-relato y "El periodismo como función educacional", ensayo-polémica-manifiesto, aparecidos en El Nacional de Barranquilla. Su primera columna publicada en El Nacional fue la titulada "En el margen de la ruta". Cepeda Samudio perteneció al Grupo de Barranquilla, tertulia de intelectuales de la que formaban parte Gabriel García Márquez, Alfonso Fuenmayor, Germán Vargas, Ramón Vinyes y José Félix Fuenmayor, entre otros; publicó varios cuentos en la revista del grupo, llamada Crónica. Su novela "La casa grande", su obra narrativa más importante, fue el último libro publicado por Ediciones Mito.
Acerca de "La casa grande", García Márquez dijo: "Es una novela basada en la matanza de los peones bananeros en huelga, realmente efectuada por un comando del ejército en 1928, La casa grande no exhibe muertos, y el único soldado que recuerda haber matado a alguien "no tiene el uniforme empapado de sangre sino de mierda [... ]". Esta manera de escribir la historia, por arbitraria que pueda parecer a los historiadores, es una espléndida lección de transmutación poética. Sin escamotear la realidad [...] nos ha entregado su esencia mítica, lo que quedó para siempre más allá de la moral y la justicia y la memoria efímera de los hombres". Sobre su cuento más conocido, "Todos estábamos a la espera" (Barranquilla, 1954), el crítico Eduardo Pachón Padilla dijo: "Posee recursos tomados de la imaginación, estilo pulcro, nítido y mesurado. Todos los asuntos son examinados por un único aspecto: el individuo sumergido en el vórtice de la multitud. En su afán renovador, Cepeda incorporó a la narrativa, técnicas periodísticas norteamericanas.
OBRAS: "Todos estábamos a la espera" (1954) y "Los Cuentos de Juana" (1972), y de la novela "La casa grande" (1962).

poetas costeños

RAUL GOMEZ JATTIN.

Raúl Gómez Jattin había nacido en Cartagena, el 31 de mayo de 1945, aunque todo el mundo lo tiene por cereteano, porque de ahí, de Cereté, en el Córdoba, junto al río Sinú, era su familia y allí pasó su infancia.
Su padre fue Joaquín Pablo Gómez Reynero. Su madre, Lola Jattin, nacida en Colombia de padre libanés y madre siria. Raúl Gómez Jattin fue educado en varias poblaciones de la costa norte colombiana.
Llegó a Bogotá en 1965 a estudiar Derecho en la Universidad Nacional de Colombia. Era un muchacho de provincias tímido, respetuoso, inteligente y buen estudiante. Pero sin vocación: sabía que el Derecho no era lo suyo y lo estudiaba por imposición paterna. En el teatro, tan en boga en la universidad por esos años, encontró su sitio. Entró pronto a trabajar con el Grupo de Teatro Experimental de su universidad, bajo la dirección de Carlos José Reyes, y participó durante años en un montaje tras otro.
Quienes tuvieron oportunidad de verlo actuar lo recuerdan como un excelente actor, muchos dicen que de los mejores que tenía el país. Un actor inmenso con vozarrón grave y profundo y ademán aristocrático que vivía para el teatro y parecía destinado a no hacer otra cosa.
Hasta que, alrededor del 72, presentó en el Festival de Manizales un montaje propio, Las nupcias de su excelencia, que el público recibió con una tremenda pitada, dicen que porque no representaba lo que los grupos comunistas del momento esperaban de una obra de teatro. Porque Raúl despreciaba el teatro panfletario: si el arte se vuelve propaganda, decía, pierde todo su valor. A él, que era orgulloso, que le silbaran en su primer montaje lo hundió; y salió huyendo. Dejó todo atrás y se volvió Cereté, a vivir en un terrenito que había comprado su padre muy cerca de la casa familiar y al que puso por nombre Mozambique, como las canciones de Bob Dylan y de sus admirados Richie Ray y Bobby Cruz.
Aunque regresó todavía a Bogotá y siguió haciendo teatro, no volvió nunca a escribir otra obra y se limitó a hacer adaptaciones. Muchos recuerdan aún su montaje de Los Acarnienses, una selección de algunos pedazos del texto de Aristófanes. El estudio a fondo de la pieza derivó en una obsesión por la cultura griega que le duraría toda la vida y que, con el tiempo, marcará su poesía.
Fue en Cereté, durante uno de esos continuos ires y venires a lo largo de los últimos 70s, cuando comenzó su locura, esos ataques que le daban de tanto en vez y que lo fueron metiendo en una vorágine de hospitales, drogas psiquiátricas e idas y vueltas de la normalidad a la locura.
Esa locura de Raúl era locura de enfermo. No se volvió loco por las drogas ni por su vida excesiva. Era loco porque era loco, por esas cosas de la vida que lo enferman a uno y contra las que no hay casi qué hacer.
Y como Raúl era excesivo en todo, fue excesivo también en su locura. Los ataques que le daban eran tremebundos, asustadores, frenéticos. Cuentan los amigos que en esos momentos se volvía intratable, insoportable, inaguantable. Que no veían la hora de devolverlo para Cereté o de mandarlo para un psiquiátrico. Hospitales conoció muchos, aunque a menudo los directores se empeñaban en darle el alta, quién sabe si porque no terminaban de verle la locura o por quitárselo de encima. Él sabía también cómo manipular el mundo a su gusto con el cuento de que era loco.
Fue ahí, en esos años de vuelta en Cereté, cuando empezó también a escribir poesía. Poema tras poema que guardaba o que enviaba a los amigos sin más pretensiones. Hasta que uno de ellos, el más cercano toda su vida, se dio cuenta de que esos poemas de Raúl eran buenos y merecían ser publicados. Él mismo se encargó de la edición. Ese libro, el primero de Raúl Gómez Jattin, Poemas (1980), es hoy casi inencontrable.
Años después vendrá Tríptico ceretano (1988), la trilogía integrada por RetratosAmanecer en el valle del Sinú y Del Amor, la cumbre de su obra. Ahí están algunos de los temas más escabrosos, tal vez los que más lo identifican entre quienes apenas lo conocen: drogas, amores prohibidos, escarceos de niño con empleadas domésticas rebosantes de lujuria, iniciaciones zoofílicas con terneras, con gallinas…
Pero están también la amistad, los recuerdos de infancia, el amor descrito en ocasiones con belleza conmovedora:
“Dibujo tu perfil del faro a las murallas/ Luz de alucinación son tus ojos de hierro/ El mar salta en las piedras y mi alma se equivoca/ El sol se hunde en el agua y el agua es puro fuego/ Eres casi de sueño. Eres casi de piedra con el vaivén del tiempo”
En 1989 publicará Hijos del tiempo, una obra madura, más serena que el Tríptico, donde el protagonista ya no es él mismo sino otros: Micerino, Teseo, Medea, Homero, Penélope y Odiseo, Scherezada, Li-Po, El rey moro, Moctezuma, El cacique Zenú, Antínoo… Uno siente como si esos poemas sin Raúl no fueran suyos. Aunque ahí está el estremecedor poema final a su madre, Lola Jattin, que recupera la belleza y la fuerza de los mejores del Tríptico.
La edición en 1994 de la antología Poesía 1980-1989, que recoge buena parte de sus tres primeros libros, lo dio a conocer a un público amplio. Es una antología de autor, que incluye sólo los poemas que Raúl quiso y que hasta cambia algunos.
Su última publicación, Esplendor de la mariposa (1995), ya no es, en cambio, un buen libro: esos poemas de manicomio y encierro apenas merecen la pena.
A Raúl lo recuerdan los amigos como un hombre elegante, de maneras aristocráticas, digno, culto, siempre cantando a Serrat y hablando de los griegos, preocupado por ser bien visto y porque se apreciara su poesía. Un hombre que sabía de su condición de enfermo y de drogadicto y que quería curarse.
Murió el 22 de mayo de 1997 en Cartagena de Indias. Muchos dijeron que se había suicidado, que se había “mandado” a una buseta. Pero no, Raúl no se habría suicidado. Tirarse a una buseta no sería propio de sus maneras aristocráticas. Y era, además, un hombre cobardón. Debió de ser un accidente, un atropello a esas horas de la mañana en que los buses bajan a todo meter por la cuesta de la India Catalina. Nadie quiso decir nada y así quedaron las cosas. Pero no, los amigos saben muy bien que Raúl no se habría suicidado, que Raúl no se suicidó.
Cuando apenas era todavía conocido, en 1983, el gran poeta Jaime Jaramillo Escobar le escribió en una carta lo que sigue siendo el mejor homenaje que se ha hecho a Raúl, “eres el viento, eres un potrillo, eres el río que arrasa, no limitas con nada, no tienes cuñados en el cielo, no tienes participación en la bolsa de valores, eres un bruto, eres Atila, eres el mismísimo Adán, Dios en persona completamente loco deshojando los bosques y tirando las hojas al aire, eres el ciclón, la barriga pelada, el escándalo furioso, todo lo que yo no soy ni hay aquí poeta que lo sea, eres el fauno, el unicornio, el centauro, el volcán, eres el putas...”
 [Obras publicadas
Es autor de los siguientes libros de poemas:
Poemas (1981), Retratos (1980-1989), Amanecer en el valle del Sinú (1983-1989), Del Amor (1982-1987), Hijos del tiempo,Esplendor de la mariposa (1993).Los poetas, amor mío... (2000) -Libro póstumo-.
POEMAS:
No sé dónde arderás ahora corazón mío
Necesito entregarte siempre como esclavo Pobre de ti
Es urgente que enfermes otra vez y otra vez
Qué voy a hacer contigo ahí desocupado
como estúpida biología Vamos deshazte
de tu pesadumbre y emprende vuelo
¿Qué te sugiere el momento? ¿Te gusta esa mirada
envejecida pero atenta de tu buena sobrina?
Ve y háblale de cuando lloró sin motivo
O cuando de la risa se orinó en los calzones
O mejor recorre un campo y siembra un árbol suntuario
O llévate cordel y una navaja
y construye un barrilete y eleva con él tu soledad hasta las nubes
No No queremos los dos amigo mío hacer nada de eso
Queremos acostarnos otra vez sobre su vientre
Pero esos tiempos han pasado Su cuerpo y su deseo
deambulan entre cines y bares de la urbe
enfebrecidos detrás de otros cuerpos y otros deseos
Y eso está bien Es su vida sin nosotros
Tiene derecho también a un placer libre
Allí está sola la luna y no se muere Solo está el viento
Tú me tiene a mí
Y a Nuestra Señora La Soledad de Gómez Jattinç



JORGE ARTEL

Este escritor y poeta nació en Cartagena el 27 de abril de 1909. En 1945 se tituló como abogado de la Universidad de Cartagena, aunque su labor estuvo orientada al ejercicio del periodismo y a la poesía, género en el cual es uno de los más importantes representantes de la cultura afrocolombiana.
Los temas de sus escritos están relacionados con las vivencias de su tierra y de sus habitantes. Según Luis María Sánchez, Artel es un cantor de la alegre tristeza en versos populares y humanos, en sus composiciones vibran el dolor y la protesta; el lenguaje de los bogas, las olas, las costas y los ríos se vuelven sonido y color de sombra en sus palabras; en ellas tiembla toda la sensualidad y se agita el lirismo de su cultura. Su validez lírica se refleja en los poemas Velorio del boga adolescente y Ahora hablo de gaitas.
Publicó libros de poemas, entre los que se destacan Tambores en la noche (1940), Poemas con bota y bandera (1972), Sinú, riberas de asombro jubiloso, Coctail de estampas y Antología poética (1979). Otras de sus obras fueron De rigurosa etiqueta (drama) y No es la muerte... es el morir (novela, 1979). Falleció en 1994.
 ELEGIA A MIS VEINTE AÑOS:
¡Oh, veinte años míos
que os marcháis tan pronto
y, por siempre idos,
emprendéis la fuga dejándome solo,
mientras yo muy triste 
lloro en el silencio de la negra playa
de mis desencantos
todos los ensueños que tejió mi 
infancia
aquellos ensueños llenos de 
esperanzas
y como las velas lejanas, blancos...!

¡Quien me hubiera dicho que así, tan
fugaces,
en una abrileña
en una muy rara
muy bella mañana
después de creeros tanto tiempo míos
como golondrinas batiríais las alas...

¡Siempre enamorado tenaz de mi vida
cuánto era mi orgullo de tener veinte
años...!
¡Cómo me encantaba sentirme viajero
con mis veinte alforjas llenas de alegría
sobre ignotos mares que surqué
cantando...!

Pero ya lo veis, hay que conformarse:
no ser un muchacho, un atolondrado,
un mal estudiante...

¿Por qué veinte años,
os habéis huido, dejándome apenas
un sabor amargo
en las hondas huellas de mi doloroso 
y furtivo llanto...?

¡Lloro mis quimeras y mis rebeldías;
mis atormentados amores de antaño;
como los golfillos en la noche negra
lloran sin amparo...!
No os vayáis tan pronto:
sin mis veinte años yo me siento solo...
Da miedo la vida
con sus hombres serios
que afilan perjuicios y razonamientos.
¡Quiero mis locuras
mis extravagancias
mis noches de mujeres
de vino y de sueños...!
Quiero las canciones de música
extraña 
que forjé contento
cuyo eco profundo perforó el silencio
de las sombras vagas.
Quiero mi guitarra de cuerdas como
almas 
¡Y mis horas blancas
bajo lunas claras!

Ida sin regreso de mis ilusiones
que rasgas las tulas de mi fantasía,
rompiendo inclemente los bellos
cristales